
Para la Dra. Montessori todo
educador debe "seguir al niño", reconociendo las necesidades
evolutivas y características de cada edad, y construyendo un ambiente favorable,
tanto físico como espiritual.
El educador debe dejar que el
alumno exprese sus gustos y sus preferencias. Se debe dejar que el educando se
equivoque y lo vuelva a intentar. El adulto
es un observador y un guía. Estimula al niño permitiéndole actuar y pensar por
sí mismo, ayudándolo a desarrollar confianza y disciplina interior.
El Educador es el “guía” que
distribuye los recursos necesarios, incluidas las oportunidades de los niños
para funcionar en un ambiente seguro y positivo. En conjunto (profesor-alumno)
forman una relación basada en la confianza y el respeto que fomenta la
autoconfianza y la voluntad de probar cosas nuevas.
Los Guías desarrollan las
actividades de forma individual o en
pequeños grupos abordando una amplia variedad de temas de acuerdo con los
intereses del alumno, presentando al niño los nuevos materiales que a él le han
interesado o que piensa le puedan interesar, interfiriendo en las relaciones
entre los niños solamente cuando es absolutamente necesario. Existen
"círculos" en donde todos los niños juntos observan temas de interés
general. El respeto es mutuo en todo momento y no se aplican castigos sino
consecuencias lógicas.
El principal rol es ser activa
cuando se pone al niño en contacto con el material por primera vez y pasiva
cuando este contacto ya se ha dado. El objetivo de la “guía” es
intervenir cada vez menos a medida que el niño se desarrolla.
Claro y bueno
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